Para quién no vea bien la fecha de éste artículo, les comunico que D. Antonio Burgos tenía 21 años menos, D. Antonio y yo, claro.
Por aquel entonces que D. Antonio escribía éste artículo, me dedicaba yo entre otras cosas a estudiar Enfermería en Granada (digo entre otras cosas porque no tenía yo muy claro que eso de la enfermería fuera definitivo) y me preparaba para el Examen de Bellas Artes, para ingresar en la Escuela de Danza y asistía a la Escuela de Artes y Oficios a corte y confección (lo prometo que tengo todavía el resguardo de matricula)...pintar no pinto nada,y de bailar... ni hablamos, ni esquiar, ni tocar la guitarra, ni hacer punto de cruz..
Total que a día de hoy y 20 años más tarde, ¡¡¡soy enfermera!!!, eso si, una enfermera muy buena persona (eso me lo insistía mi padre), muy buena profesional (que me lo insistían mis profesoras) y muy feliz ( que ya me lo insisto yo solita), y muy crítica ( no me callara yo alguna vez, o pensara mas bajito).
¡¡Cómo no me voy a acordar de este artículo que mi padre ( el cual estará asombrado y asintiendo a cada frase que lee) me hizo llegar el mismo día que llegué de vacaciones de Navidad,de aquel año 98 y 1º de enfermería, entre los cientos de recortes que me había ido guardando y que aún tengo , estaba éste: EL TU DE LOS HOSPITALES.
Pues no cayó en saco roto su artículo D. Antonio.
Me sale la vena corporativista, claro que si, pero me sale porque me duele que estas escenas se repitan a diario en cualquier rincón de un centro sanitario.
Esta misma mañana lo he vivido, una trabajadora hospitalaria paseaba, cual carros del Mercadona en recogida, a dos “mujeres” que debía transportar del semisótano a la 5ª y a la 7ª respectivamente, pero… como claro, tenía dos manos y dos carros y dos mujeres, la escena ha sido pelín cómica, mete mujeres en el ascewnsor ,saca mujer , aparca mujer, agarra a la otra, tu espera que ahora vuelvo a por ti….y yo observaba la escena cual Marvin Harris sin saber si hacer observación participante o no participante.
Mi artículo de hoy viene a intentar penar el no saber cómo afrontar ese momento, el quedarme callada el no saber decir ¡NO, así NO!, porqué…¡total para qué!, ¿voy a cambiar algo?.
Y me he imaginado la misma escena en varias versiones, interviniendo, sentándome en la silla de ruedas, parando el ascensor, imaginando a la mujer arreglada con una ropa digna de la pasarela Cibeles , imaginando a “la mujer” siendo acompañada por cualquiera que pareciera tener visa oro…imaginando cualquier escena diferente.....y no ver a una señora con media cabeza afeitaday una ciactriz de esquina a esquina, una bata de pelo azul horrorosa, la piernas sin medias y.... DEPENDIENTE de toto lo que los demás queramos hacerle...si me aparcan aquí, me callo, si me hablan a voces, seré sorda, si me tutean...si me...¡estoy en sus manos!.
¿Y todo esto se puede cambiar? ¿código de educación? ¿obligación de mínimos al firmar el contrato de trabajo? ¿responsabilidad de los cargos intermedios?
Educación General Básica, que es lo que a veces me parece que nos falta.
Hola Rosita, el artículo, lo conocía, y la mala praxis también. La vocación y el buen hacer en el trabajo (aparte del conocimiento de las mínimas normas de educación, respeto y sentido común) deben estar presentes en cualquier profesional. Un hospital puede ser la pera en tecnología punta, pero si falta la profesionalidad desde arriba hasta el ultimísimo trabajador, el hospital no vale nada. El mando (superior, medio, intermedio, inferior, etc) debería velar por la profesionalidad de su equipo.Yo, como buén piscis, no suelo callarme ¡y así me luce el pelo¡. El mando (por cargo, ética y coherencia) tampoco debería.
ResponderEliminarA veces, como tu bien indicas Rosa, solo hace falta un poco de empatía. Ponernos en el lugar del otro, algo que es fácil de decir pero que a veces con la rutina y el estres diarío se nos olvida.
ResponderEliminarGracias por los comentarios amigas, son los que enriquecen la entrada y las que me animan a seguir escribiendo. Besitos rosa
ResponderEliminarMuy bueno, Rosa...
ResponderEliminarEstamos en 2010,..y nada ha cambiado. Educación, empatía, profesionalidad, rigor, calidad.
Maite.
Cuando entro a una tienda de ropa de "chiquillerío", toda revoleada por el suelo, música a toda caña, y media de edad 25 años, siempre me dirijo a las dependientas con un "señorita, ¿me atiende cuando pueda?".
ResponderEliminarOs aseguro que en ese momento deja lo que está haciendo y se dirige a mi con una sonrisa.
El usted siempre abre todas las puertas,así que yo siempre lo uso, tanto en mi trabajo como en el resto del día.
Y no me puede ir mejor, por algo será ¿no?